Al regresar de unas convivencias de
Como digo, la idea me pareció fabulosa. Por un lado, David es el creador de nuestro programa y toda la estructura obedece a la concepción que tuvo en un principio, si bien los contenidos los preparamos entre los dos. Por tanto, creo que es de justicia darle voz en este blog para que aporte su visión (coño, David, ya sabes que estas frases no van en un sentido literal) de lo que es a día de hoy un proyecto común: suyo, mío, y por qué no, de todos los que nos escuchan. Y por otro lado, dependiendo de la época del año, es muy posible que andemos escasos de programas nuevos, por lo que no vendrá mal tener nuevo material.
David me dijo que no había prisa ni urgencia en colocar estas entradas suyas, así que en su momento le di prioridad a otros temas, además de intentar respetar escrupulosamente el calendario de nuevos programas. Cuando finalmente iba a incluir su carta de presentación, nos sorprendió la noticia de la muerte de Cebrián y por tanto su debut fue con ese tema.
Hoy por fin os puedo dejar colgada esta carta de presentación, este primer saludo, cargado de ilusión a la vuelta de unas jornadas que por lo que me contó no tuvieron desperdicio… aunque mejor no hago más comentarios, que no quiero ganarme la enemistad de ciertos colectivos.
Aquí os dejo su texto. La próxima semana, un nuevo programa de UDELV. Los comentarios y demás ya sabéis dónde dejarlos. Saludos.
Buenos días ¿puedo pasar? Me Llamo David Enrique y sí, soy yo…
Tras viajar más que la maleta de El fugitivo, regreso a la rutina y compruebo con devoción y admiración que aunque esta semana haya estado desconectado del mundo en un albergue rodeado por mis mejores amigos guanches y otros que residen en otros lugares, como los alegres granainos, los futboleros valencianos o esas gallegas bailarinas que no dejaban a nadie sin bailar, pasándolo de maravilla y sin parar de disfrutar, realizando actividades que no solemos hacer a diario, como puede ser escalar un rocódromo, montar en un toro mecánico o simplemente disfrutando de una copa (¿¡una copa!? está bien: de unas pocas) de ese tremendísimo licor que es el Carta Blanca o el Carta Oro, en compañía de los mejores canariones chicharreros y esa majorera tan especial y singular, (sin duda cuando me decían “el canario de Ciudad Real” era por algo y es que esa tierra se ha quedado con mi corazón), sin olvidar por supuesto a ese ejército de avispas asesinas que por más que les decíamos que fuesen a por los que tenían resto visual, que a nosotros nos tenían seguro y que se ensañaron en compañía de unos mosquitos más grandes que Viento en nuestros pobres cuerpos quemados por el sol… Compruebo, iba diciendo, que la vida sigue igual aunque en mi caso ahora esté en ese estado de nostalgia y recuerdos por esas compañías, esos lares y lugares, en los que sin duda he dejado algo de mí y esas personas que sin duda me han dado un cachito de su ser, pero arrivo a casa y “ECCO! NESCAFÉ CAPUCHINO!” Ya está subido el programa de nuestro amigo William, ya hay comentarios y la gente nos va impulsando cada vez más a ese firmamento cuajado de estrellas en el que he de reconocer que no se está tan mal, por eso aprovecho estas líneas para agradecer con todo el cariño que destila mi cuerpo a toda esa gente que nos escucha, a todos esos humanillos que sin venir a cuento te saludan y te dicen “jolín que risas con tal noticia”, o “me encantó aquel monográfico sobre tal o cual tema”; también, por qué no decirlo, tengo que agradeceros todos esos comentarios con admiración y con alegría que salen por vuestros labios cuando por ejemplo al calor de esa rubia que todos amamos a uno le preguntan cómo hace tal o cual sección, como busca las músicas o si no ha tenido alguna vez algún problemilla con los aparatos o cualquier cosa y ha tenido que salir por la tangente, si bien debo reconocer que las anécdotas que más hilaridad causan son las que protagoniza mi fiel y peludo brazo izquierdo Viento, al que también tanto tengo que agradecer.
Por eso, tanto mi hermano en las ondas y en la amistad Alfredo, como yo, no podemos dejar de daros las gracias y de haceros saber que sin vosotros esto no tiene sentido, un locutor sólo está ahí para transmitir y para hacer llegar a esas orejillas anhelantes de información, los datos y vivencias de esta gran piedra redonda.
Sin más muchas gracias y como suelo decir en las ondas: ¡que se de bien!
1 impertinencias.:
Hola David...!!! Que hermoso
artículo hiciste...
Besitos de tu amiga argentina que
te quiere mucho...
Feliz Navidad y que tengas un año
pleno de alegría...
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