jueves, 2 de julio de 2009

Para ser cultura... ¿hay que hacer caja?

Esta semana se celebra el Gamelab, feria internacional de ocio interactivo (que queda mejor que reunión de frikis jugando a la consola). Es posible que hayáis leído alguna noticia o titular donde de repente ahora la ministra de turno afirma sin ruborizarse que los videojuegos también son cultura (mirad en cualquier periódico online que no me apetece poner enlaces, que quiero terminar este post prontito).

En parte me alegro porque también lo creo así. Hablo de cultura en sentido amplio, no de cultura con ese tufillo elitista que distingue alta cultura de cultura popular. Los videojuegos están basados en la producción simbólica, y cumplen el resto de características que suelen definir a las Industrias Culturales: mayor disfrute cuanto más se conocen, no existe original único (como por ejemplo en pintura) sino que son productos que se fabrican en serie, en un número indefinido de copias... ya sabéis. Y sí, son cultura, porque los que rocéis los 30, tendréis en vuestro imaginario colectivo no sólo pelis como Terminator 2 o Parque Jurásico; o grupos como Nirvana o los Maiden; sino que también recordaréis partidas al Super-Mario, Mortal Kombat, Street Fighter, FIFA World Cup, etc.

Pero por entonces eso eran cosas de niños. Hasta que Sony se metió también a hacer consolas, y la cosa cambió. Al igual que los best sellers acercan los libros a la gente, la Playstation acercó las consolas a los no-jugadores. Los videojuegos, además, se iban haciendo más complejos en su narrativa, en su jugabilidad, en sus gráficos... así, ahora el volumen de negocio de los videojuegos supera al del cine. Ahora sí que se puede empezar a hablar de videojuegos como cultura ¿verdad?

Santiago Segura ya dijo que los videojuegos no tenían nada que envidiar a una película. Sobre todo si hablamos de cine español. Frente a la eterna queja de los cineastas, que si no vemos pelis españolas etc, las industrias españolas de videojuegos, en vez de apelar al patriotismo y a la lástima, se preocupaban por hacer juegos en condiciones, de la misma calidad que los japoneses o norteamericanos. Así, en los ochenta, Dinamic estaba presente en nuestros Amstrads y Spectrums con esos videojuegos con portadas de Luis Royo (me viene a la cabeza Turbo Girl) y más recientemente tuvimos el fenómeno Comandos.

Leo en un artículo que la ministra habla de incorporar los videojuegos al Ministerio de Cultura, para que así puedan recibir ayudar y subvenciones como otros sectores. Supongo que no será una mala medida: los videojuegos tienen una producción ardua y costosa, en especial por la inversión tecnológica. Pero esa decisión hay que meditarla y ser coherente con ella. Existe el derecho a copia privada para garantizar el acceso a la cultura, y los videojuegos están excluidos de ese derecho desde la reforma de la LPI de 1993. ¿Será que por entonces los excluyeron del concepto de cultura? Y digo yo, si los consideran cultura, habría que hacer algo al respecto sobre la copia privada.

En fin, declaraciones del político de turno, como digo, que como los consultores, llegan para decirnos lo que ya sabemos. Eso sí, que la ministra recuerde que esta en el Ministerio de Cultura, no de Industrial Culturales. Que no todo son descargas en internet y la lucha entre grupos multimedia y usuarios, etc. Hay muchas más expresiones culturales (y no sólo en la red) y un órgano como el Ministerio debe velar por esa diversidad cultural. Que las grandes compañías ya se saben cuidar solas.

Perdón por el parón de más de un mes. Como veis, últimamente mis entradas giran en torno a temas similares. Puede que deba empezar un nuevo blog y centrarme en ellos ¿qué pensáis?

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