jueves, 3 de enero de 2008

Feliz año nuevo, por fin.

Y no lo digo porque tuviese más o menos ganas de cerrar el 2007, que ha sido un año bastante bueno para mí, sino porque con la llegada del nuevo año, o mejor dicho, con el fin de la Nochevieja, las navidades pueden darse por terminadas. Queda la noche de Reyes y eso, pero lo cierto es que de las dos semanas aproximadamente que duran estas fiestas, la más intensa con diferencia es la que va del 24 al 31, al menos de cara a la brasa que dan las televisiones y demás, que se empeñan en meternos la Navidad por las mismas orejas.

Imagino que con el primer párrafo ya habréis adivinado que las navidades no me entusiasman. Qué le vamos a hacer. Pertenezco a los últimos coletazos de la generación X, es decir, soy apático, carente de valores y todo eso. El hecho de haber crecido en una ciudad dormitorio en un momento histórico en el que coincidió una importante inmigración interior con la transición a un sistema democrático y aconfesional contribuyó a que las tradiciones, la religión y demás historias no hayan calado demasiado hondo en mí. Por tanto, no le encuentro mucho sentido a una fiesta que celebra el nacimiento de un dios en el que no acabo de creer (de su Iglesia mejor ni hablamos). Pero en fin, que no le puedo ir diciendo a la gente en lo que tiene que creer o dejar de creer, igual que no le puedo decir a la gente que deje de ver de una vez la maldita tele.

La Navidad, independientemente de su origen o su intención inicial, es una de las festividades más arraigadas y globales (¿debería decir globalizante?), y a día de hoy, posee su propio sistema de ritos y costumbres más allá de los puramente cristianos. Y resulta curioso que cuando se habla de estos temas, casi todos están en desacuerdo con este o aquel aspecto de la Navidad: comidas de empresa a las que la gente va por compromiso, comidas familiares que todo el mundo odia, regalos comprados por obligación (y que luego la mitad los devuelven), macrofiestas de añonuevo que se preferirían evitar… Pero el caso es que todo sigue año tras año.

Cada uno vive estas fiestas a su manera, y el que las disfrute está muy en su derecho de hacerlo e incluso me alegro por esa persona. Por resumir, lo que me incomoda de la Navidad es que muchas cosas tienen que ser así “porque es Navidad”. Es decir, tener que hacer cosas que podría hacer perfectamente en cualquier momento del año, o aún peor, padecerlas.

En navidades parece una obligación ser feliz. Y dado que estas son las fechas para el consumismo, pues nada mejor que vender felicidad, da igual que seas fabricante de perfumes o de Coca-Cola. Es triste el concepto tan limitado de felicidad que tienen las marcas y los medios de comunicación en general. No somos más felices por comprar más cosas, ni por reunirnos a cenar con familiares que apenas vemos o con compañeros de trabajo con los que no tratamos. Muchas veces, la felicidad, o un estado parecido a ella, es mucho más compleja que esos comportamientos modélicos. Yo puedo ser feliz con darme una vuelta por Madrid y comprarme algún libro o disco. Y es difícil que las navidades me hagan felices si cuando voy a los grandes almacenes a comprarme algo tengo que soportar unas aglomeraciones y unas colas de aúpa.

El cambio de año es quizá el rito que tiene algo más de significado para mí, eso sí, no porque me haga ilusión comerme las doce uvas (cosa que nunca consigo) junto a Ramón García y su capa, o porque me apetezca especialmente salir esa noche. Cambiar de año es una oportunidad para hacer revisión y balance de lo hecho durante los últimos doce meses, y para marcarse nuevos rumbos, metas y propósitos para los doce siguientes. Y como yo, esta barrera psicológica del 31 de diciembre la aprovecha mucha gente. El problema es que solemos tener poca memoria, y en abril (y estoy siendo generoso) nuestros buenos propósitos están en el cajón del olvido. Y otro gran problema es que muchos de esos buenos propósitos vienen prefabricados igual que la felicidad de la que hablaba antes. No vamos a ser mejores personas por perder un par de kilitos (kilos que por cierto hemos cogido al seguir la tradición de comilona tras comilona) o por dejar de fumar. ¿Hemos probado a mirar realmente en nuestro interior y examinar si estamos satisfechos y orgullosos con la vida que hemos llevado estos doce meses? ¿Cuánta responsabilidad tenemos en el hecho de no tener aún pareja, trabajo, o cualquiera de esas cosas que hemos de tener para tener una presunta vida feliz e ideal?

Por supuesto, no faltan los buenos deseos para los demás. No está de más que estos días sean excusa para recordar a los que no tenemos tan cerca y aprovechar para mandarles un correo electrónico o un mensaje al móvil, o hacerles una llamada. Eso sí, siempre que sea un gesto sincero y no un acto de compromiso (volvemos a lo mismo). Valoro más un simple mensaje con cuatro palabras que alguien se haya molestado en escribir a la más espectacular de las postales electrónicas. Los que me tengan agregados en el messenger ya habrán leído que estaba harto de felicitaciones navideñas. ¿Qué os esperáis si ya de por sí le tengo aversión a las cadenas de Power Point? Sinceramente, no le veo el mérito a escoger una animación cursi y enviar un enlace a un destinatario de correo. ¡Ay, qué mal aplicado está el canon de la SGAE! Eso sí, y para ser justos, he de decir que algunos amigos me enviaron cosas escritos por ellos mismos.

En fin, que ya sólo queda un trago por pasar para que terminen las fiestas de este año. Veremos los reportajes de siempre en los informativos, y el día siete nadie recordará que ha sido Navidad. Estarán todos hablando de las rebajas. Si dinero no tenemos, pero tonterías…

mighty_eldarion@hotmail.com

5 impertinencias.:

Anónimo dijo...

Chico, eres un amargado de la vida. No me estrañaria nada que no tuvieras pareja, seguro que en persona no hay quien te aguante.

Si sigues hablando asi de la gente que quiere ser feliz, te veras solo y abandonado; Y entonces rogaras por que alguien te llame o te escriba aunque solo lo haga por cumplir.

Aunque no sé porque me extraño, los pervertidos como tu son gente rara y deberian apartaros de la gente normal.

Alfredo M. Pacheco dijo...

No, si cuando a los comentarios los bauticé como "impertinencias" fue por algo... :D

En persona se me aguanta mejor o peor en función de cuánto me toquen los... Hay gente que opina que soy un borde, y otros que soy encantador. Para gustos, los colores.

Me encanta ver que la gente que se traga todo este mondongo de la Navidad se pone a la defensiva. Y me alegro sinceramente de que dejen su opinión. Los programas del corazón también los odia mucha gente, y son lo más visto de la parrilla: de mayor quiero ser programa del corazón.

Ale, a seguir opinando.

Anónimo dijo...

Eso debo ser, pues opino de forma similar al autor del blog.
Parece ser que por ser determinadas fechas hay que ser "feliz" a la manera especificada por El Corte Inglés y compañia o si no alguien como el señor anónimo te tachara de inadaptado social o poco menos que delincuente. los regalos los hace uno cuando le da la gana y no se puede ser tan estrechito de mente joder.
Feliz engaño a todos.

Anónimo dijo...

Buenas noches a todos los buenos españoles que como yo han sufrido la indignidad, la mala suerte o la injusticia divina de poner en el buscador google "navidades con la cope", para poder pasar estas tradicionales fiestas con la familia y con "Jimenez los Santos" tal y como dios manda y despues de pinchar en el enlace de la cadena cope; para acabar en la pagina de este rojillo fariseo, seguramente perteneciente al partido comunista o al cortubeo judeo-masonico, el cual intenta mediante la menospreciacion de los valores de esta socidad cristiniana de esta España Grande y unica, el menosprecio de estas fietas.
Desde la gloriosa victoria de las tropas nacionales en el 1939 en este grandoso pais nunca falto un plato de comida en nochebuena en ninguna casa, por orden expresa del cuidillo y por la gracia de dios.
Ahora desde el año 1980 en los cuales los rojos fariseos como este individuo son los que han dado cabida a la sociedad consumista y libertina en la cual vivimos para la desgracia de los españoles de bien.
Asi que señor mio menos quejarse y mas acudir a la iglesia a rezar por la salvacion de su alma y de la gente que le rodea, ah¡¡¡ gloriosos tiempos en los cuales a los pecadores se les ponia un cilicio para recordarles su error, aunque a usted mi querido enemigo solo le espera la condenacion eterna, por intentar desmitificar estas sagradas fiestas.

Anónimo dijo...

Eso, todos a misa, que mientras estéis ahí no estais jodiendo blogs.
Por si no lo sabias Franco ha muerto, España es plural y ademas y gracias a la constitución es un país Laico, pero claro se ve que el señor anónimo no se ha dado cuenta. quiza sea porque no sabe leer. no se dice contubeo sino contubernio y no fue mas que otro invento de tu querido caudillo para meter miedo a los españoles.
Tampoco te has debido fijar en que esta entrada habla de las fiestas navideñas. no de política. para esas expresiones ya tienes el foro de la falange.
si te gusta respetar las tradiciones respetalas, pero respetanos también a los que no nos sentimos obligados a seguirlas o al menos a estar de acuerdo con todas y cada una de ellas. si quieres ir a misa: ve. pero dejame que yo no vaya. al menos asi no te tendre que ver la cara. y si quieres hincharte de turron y cava con tu jefe o tus empleados (a quienes pones a parir el resto de dias del año) pues adelante.
Viva la hipocresía y el cinismo! Digamos amén, digamos gracias.