martes, 18 de diciembre de 2007

Frikis reunidos, S.A.

Bien, hace ya tiempo de esto. Está claro que a este blog no le podemos dar el premio al contenido más actual. Si a pesar de todo queréis saber qué tal mi andadura por la pasada edición de Expocómic hace un par de semanas, os invito a leer esto.

El despertador sonó poco después de las ocho. Para ser un sábado, era demasiado temprano. Y aunque no había llegado tarde la noche de antes, entre unas cosas y otras creo que dormí unas seis horas. Menos de los que acostumbro, eso desde luego. Estrenábamos mes y yo ya tenía preparado (menos mal) el Abono Transporte. A las nueve y media más o menos ya esperaba el autobús. Expocómic está en el Pabellón de Convenciones de la Casa de Campo, por lo que desde mi casa tengo una combinación bastante buena para llegar: autobús hasta Opañel u Oporto (a elegir), y allí coger la línea 6 de nuestro ya-no-tan-excelente Metro de Madrid. El sitio está cerca y ahora el acceso no es una aventura a través de las obras de la Avenida de Portugal como lo fue el año pasado.

Así pues, allí estaba yo, en el autobús, con mi inseparable maletín, y enviándole un mensaje a Vero (podéis visitar sus blogs pinchando los banners de la derecha) avisando de que llegaba tarde. Bueno, en realidad yo nunca llego tarde: lo mío es un elegante retraso de 15 minutos, que llegar puntual no está in. La idea de meterme en un recinto no demasiado grande para andar pasito a pasito viendo stands entre la multitud no me motivaba demasiado, y es que las multitudes ya no me entusiasman como antaño. Vamos, que Expocomic reunía todos los ingredientes para querer rehusar una visita por mi parte. Pero en cambio, tenía algunos atractivos, como ver a los frikis (palabra que escribo con todo mi cariño y no en plan despectivo) disfrazados de personajes de cómics y series manga, que me sonaban levemente pero que no siempre era capaz de identificar. Y sobre todo y motivo principal, hacía su primera visita oficial a Madrid la ilustradora Victoria Francés, autora de gran valor simbólico para mí por ser el primer UDELV que apareció en la red. No podía perderme la oportunidad de verla en persona, y es que de las pocas cosas que he aprendido por experiencia, es que no hay que dejar que los sueños se queden ahí, como meros sueños, sino que hay que hacer algo por convertirlos en realidad.

Poco antes de las diez y media ya estaba dentro del salón. Di una primer vuelta de reconocimiento, familiarizándome con el lugar, la distribución, etcétera. En seguida encontré a Vero y el grupo con el que iba, más numeroso conforme avanzaba la mañana. Dado que no tenía intención de rebuscar algún número descatalogado o rareza en el mundo del cómic, y que las cuatro colecciones que compro habitualmente las encuentro cómodamente, decidí asistir a algunas de las charlas, mesas redondas o como las llamasen, y así no estar dando vueltas durante las dos horas que quedaban para la firma.

La primera de ellas fue acerca de la historia no oficial de Spiderman. De los cinco o seis ponentes conocía a Julián Clemente, que comenta las colecciones Marvel que edita actualmente Panini. No hubo preguntas, y la única cuestión que me rondaba fue respondida implícitamente durante la disertación que mantuvieron. Por lo demás, una conferencia entretenida a la que se le habría podido pedir mucho más, especialmente al tratarse de adultos.

Con tiempo aún hasta la sesión de firmas, hice algunas rondas más por el recinto, en las que tomé algunas fotos de los disfraces que más me llamaron la atención. He de decir que todos los chicos y chicas que habían acudido con algún disfraz se portaron estupendamente y posaron todas las veces necesarias para que los asistentes (periodistas, bloggers, simples aficionados o meros curiosos) pudiesen hacer las fotos. Esto incluye a los soldados de asalto, que eran parte del personal de la organización, y que mostraron una auténtica actitud de stormtrooper en cuanto a las poses.

Soldados de asalto Spidey echando un descansito

Se acercaba la hora y decidí separarme nuevamente del grupo de Vero para acudir a la conferencia que había en el mismo escenario de antes, en el que comenzarían las firmas cuando ésta acabase. Se hablaba esta vez sobre la situación del pequeño cómic en la industria y lo difícil que lo tiene ante las grandes franquicias, como sucede en otras muchas industrias culturales. De la mesa conocía a Pere Oliver, al que una vez le planteé un pequeño proyecto creativo junto con un amigo. Fue una ponencia más seria en general que la anterior y plagada de buenas intenciones.

Mientras estaba en la charla, vi que Vero y algunos de los demás ya esperaban sentados allí. Me fijé entonces en que algunos fans se arremolinaban en torno a una pequeña mesa de la organización. Me acerqué a preguntar y me enteré de que para la firma había que apuntarse. Vamos, pedir la vez. Y a mí me dieron el 21. Avisé a Vero para que cogiese número y seguimos esperando mientras iba terminando la charla, nerviosos por cómo se organizaría la cola, y si ese número que nos habían dado iba a ser garantía de un puesto en la fila. Despejaron la mesa del escenario y empezaron a prepararla para la firma de Victoria Francés y otros autores (de los que destacaba Carlos Pacheco). Los tiempos se ajustaron mucho y fue inevitable un retraso mientras se ponía todo en orden. Se organizaron las colas, nombrando a la gente apuntada para cada autor. Fue quizá el menor de los males. Todo eso hizo perder algo de tiempo. De haberse podido organizar en un buen sitio con el tiempo suficiente, y no con otro acto que terminaba justo a la hora que empezaban las firmas, habría sido ideal. Pero así quedó un tanto apresurado.

Total, que allí estaba yo, con veinte fans delante ansiando una firma (y a saber qué más) de Victoria Francés. La organización había explicado que durante una hora aproximadamente los autores harían dibujos, y que a partir de ahí sólo firmarían, con el fin de que pudieran conseguir al menos la firma todos los fans posibles. Las colas más concurridas eran las de Victoria y las de Pacheco, ambos autores en sendos extremos de la mesa. No me pasó por alto la enorme diferencia entre el fan medio de uno y otro dibujante. Durante la primera hora no avancé mucho. Los fans pretendían que les dibujase en más de un libro, le daban algunos regalos, hablaban con ella, y no faltaban las fotos. Algunos incluso llevaron imágenes impresas u hojas en blanco. Y una cosa es que los Camela firmen discos del top manta, pero aquello era surrealista. Mientras tanto, tiré las primeras fotos a Victoria, pude relajarme con la tranquilidad de que tenía el sitio asegurado, y dejé el abrigo al cuidado de Iván, que aguardó pacientemente sentado mientras duró la firma.

Unos disfrazaos, aunque no sé de qué Victoria Francés, echando una firma
La foto de rigor con Victoria Bressend, radiante ella

Pasada esa primera hora de dibujos, el ritmo de la cola se incrementó notablemente. El revuelo detrás de mí aumentó y Vero y el resto de chicas me contagiaban los nervios. Le encomendé a Vero sacarme una foto con Victoria. Llegó finalmente mi turno y le entregué a Victoria el número dos de Favole para que lo firmase. No sabía muy bien qué decir, no me gusta adoptar el rol de fan histérico (que a mis años ya no me pega) y hacer la rosca no es mi estilo. Le entregué, eso sí, un CD con el UDELV que le dedicamos hace ya más de un año. Ella estuvo muy cordial en todo momento, accedió a la foto de rigor y se despidió sin perder la sonrisa.

Tras recibir la firma me quedé en los aledaños del escenario, junto con el resto del grupo, que bajaban de la tarima libro en mano. Tomamos algunas fotos más. En mi caso, además de fotografiar a Victoria también saqué algunas fotos de Bressend, que causó sensación con su capa y capucha, caracterizada como Ebony. La firma se prolongó varios minutos depués de las dos de la tarde (supuesta hora tope), y sólo los fans más rezagados de Victoria y de Carlos Pacheco seguían allí a la espera de alguna firma.

La mañana había resultado larga y bastante agotadora. Hablé con Vero acerca de lo que pensaba hacer por la tarde. Me hubiera gustado quedarme a la firma e incluso participar en la entrevista, pero había que esperar demasiado. Me despedí de todos, esperando no tener que aguardar a una nueva edición de Expocómic para encontrarnos de nuevo. Y así, tras el madrugón, pagar la entrada y hacer más de una hora de cola, volví a mi casa con un libro firmado, unas pocas fotos en la cámara, y un breve encuentro en la memoria.

Mereció la pena.

La próxima entrada será ya cuando arranque el 2008: felicitaciones para el año, lista de buenos deseos y puede que alguna novedad. Hasta entonces, ya sabéis: no dejéis de leer un libro.

Comentarios, sugerencias, peticiones e insultos en general a:

mighty_eldarion@hotmail.com

4 impertinencias.:

Dinamita dijo...

Pero mira que eres pervertido haciendoles fotos a las niñas... Que uno ya tiene una edad joder¡¡¡
Un besote de la punkita de tus sueños que aunque muy dejada no se olvida de ti (como ya sabras el nombre es un alias)

Dante dijo...

¿Haciéndole fotos a las niñas...? Tío, ¡que eso es un delito! (o debería serlo :P).

Pues nada, buena crónica y poca envidia tengo hacia los que pudisteis acercaros al Expocómic ^^.
Eso sí, te juro que al ver el título del post pensé que ibas a comentar una edición friki de "Juegos Reunidos" ^^

Unknown dijo...

No se de que os asombrais, este individuo, en otras publicaciones, dejo bien claro cual es su postura sobre la pedofilia, haciendo publicidad de libros que inculcan valores de dudosa moralidad.

Y yo ahora me pregunto... ¿este Blog no trataba sobre un programa de Radio? ¿Por que lo utiliza con fines personales? ¿Que mas cosas nos oculta?

Anónimo dijo...

Ala y yo ni lo había visto hasta ahora jajaja muchas gracias por ponerme ^^ la verdad es que me lo pasé genial!