Y no, no me he convertido en el comentarista de los partidos de La Sexta, así que tranquilos que no me voy a poner a decir eso de tiki taka. Lo que ocurre es que hoy tenemos crítica de cine. David nos obsequia con su incontinencia verbal para hablarnos del film de Roberto Benini La vida es bella. Me gustaría decir que somos la mar de originales e ingeniosos al contar con un crítico de cine ciego, pero hay una radio que ya lo tiene.
Pues nada, os dejo con la crítica de David. Dentro de poco os dejaré un sesudo artículo de mi cosecha acerca del canon digital. Y puede que os pueda anunciar la grabación de algún que otro programa.
Así que nada. Esperamos (David y yo) vuestros comentarios. Un saludo y que se os dé bien.
Muy buenas tardes tengan todos ustedes, en este Sábado frío y poco apetecible para el paseo. Tras comer y sin saber muy bien que hacer con esta tarde en el bolsillo, me he dispuesto a sentarme en el sofá y amenizarme la tarde con una de las múltiples películas en audio descripción que tengo gracias a la lista de correo. No tenía ganas de enfrentarme a alguna película que no hubiese disfrutado antes, ya que (todo sea dicho) tenía algo de sueño y sospechaba que pronto caería rendido en los brazos de mi amado Morfeo… tranquilos, que mis relaciones sexuales son de lo más normal… eso sí, escasas jeje. Me refiero a que me iba a dormir en breve, así pues tras revisar el catálogo me he decidido por una película que ya he visto en muchas ocasiones y que me parece lindísima y tierna, pensando, pobre de mí, que al haberla visto tantas veces no cavilaría tanto ni me dejaría influir por el argumento, durmiéndome rápida y dulcemente. Pero no ha sido así, ya que con la fantástica audio descripción de Aristia Producciones no la había disfrutado nunca, perdiéndome muchas escenas de las cuales ignoraba su existencia y que le han dado un giro rotundo, una vuelta de tuerca a la película en cuestión, sonriendo en ocasiones, en las que antes sólo había planeado al ritmo de una encantadora música, indignándome en otros momentos en los que en otras ocasiones sólo me había hecho una idea somera de lo ocurrido por el sonido y los efectos especiales. Así pues, como digo, dejándome mecer al ritmo de una de las mejores bandas sonoras llego hoy, aún con los ojos llorosos, tras disfrutar, de manera incansable, con una de las películas más tiernas, dolorosas románticas y sensibles que el ser humano pueda imaginar.
Viendo obras como esta, La vida es bella, uno se da cuenta que quizás no sea aún tarde para nosotros, pobres humanillos, pobres cachorros asustados de nuestra propia fuerza, de nuestro ímpetu y es que, bien digo que el ser humano es capaz de todo lo bueno, pero también de todo lo malo y como se suele decir, para muestra un botón.
La vida es bella y quien diga lo contrario miente o aún no se ha dado cuenta. Que en el más oscuro de los futuros, que en el más recóndito de los lugares, insensible, frío, sucio y lleno de los peores sentimientos, como puede ser cualquiera de esos campos de concentración, campos de trabajo para el exterminio, en los cuales nos abandonaron hace ya la friolera de 70 años, más de 6.000.000 de personas, señores, un seis seguido de seis larguísimos ceros, que pese al tiempo transcurrido siguen pesando en nuestras almas, como si de grandes piedras se tratase, que pesan como todas y cada una de las injusticias que por ideas, por religiones, por tonterías al fin y al cabo, hace este ser humano capaz de todo… como digo en uno de estos sitios en los que pareciera que sólo hay cabida para el más atroz de los sufrimientos, aunque sea de forma ficticia, un padre venda los ojos de su hijo con la mejor de las gasas, la más bondadosa de las mentiras, con el jarabe de la imaginación, con la bendita fantasía que todo lo puede, convirtiendo el peor de los viajes en el mejor de los juegos, en un reality show, para conseguir lo que más ansiaba el pequeño Josué: un tanque, un carro blindado, aunque para ello sea preciso dejarse la vida. En este divertidísimo juego, uno debe hacer frente a la estenuación de los trabajos forzados, el hambre, la desnutrición, pero sobre todo la incomprensión del porqué. Si todos somos iguales podemos llegar a esa fatalidad, de matar, de destruir, de sesgar la vida humana, como si de una hierbecilla se tratase, pues bien, como digo uno al entrar al barracón en compañía de Guido, debe enterrar todo ésto en lo más profundo de su mente atormentada, para que un niño que debería crecer feliz no se dé cuenta de que el hombre es la peor de las bestias no sólo para el hombre, si no para el mundo.
Con esta espectacular película debo reconoceros, que pese a haberla visto miles de veces, siempre acabo llorando como una magdalena, es la única que ha conseguido hacer aflorar en mí los mayores sentimientos de ternura hacia un hombre que quizás no existió, pero que se puede comparar a esos miles, millones, de damnificados, esos millones de “DAÑOS COLATERALES” a los cuales había que hacer frente, para que el ser humano subiese un escalón más en esa maldita evolución que nos bajó de los árboles y nos hizo caminar erguidos, para que así teniendo libres nuestras manos, pudiésemos aferrar la piedra, el palo, el arma que mataría a nuestro hermano. Debo reconocer también entre sonrisas, que me alegraré una y mil veces, de haber elegido ver esta película en el cine. yo realmente iba a disfrutar con una de esas películas sangrientas, llenas de malvados extraterrestres, que se adueñaban de los cuerpos de todo el personal de un colegio o universidad, sembrando el caos, la destrucción y la muerte durante dos horas y pico, en las cuales, el público disfrutaba a mandíbula batiente, con la boca llena de palomitas, por no ser ellos quienes tenían que esconderse de tales abominables figuras babeantes, asquerosas y seguramente verdes como la hierba, pero un amigo mío que me acompañó me dijo que a él no le gustaban esas películas, pues no se enteraba de nada y a recomendación de su madre, allá por el año 99, entramos a disfrutar de La vida más bella, en ese instante me di cuenta, que el peor de los bichos verdes, el más babeante de los mostruitos, el que sin duda más daño nos puede hacer, es uno que se esconde entre nuestras neuronas y nos susurra cosas como raza, como superioridad, como dominancia sobre los demás, sean niños, mujeres, iguales… señores… al fin y al cabo, una raza venida de miles de años luz, si consiguiesen simplemente llegar aquí, sería por haber dejado atrás ese afán destructivo, esa infamia que es el doblegar al igual a la fuerza, más digo aún que si consiguiesen llegar aquí, al vernos se darían la vuelta marcando con una gran X roja las coordenadas de este perdido rincón del universo.
Sin duda alguna, ésta, para mi gusto, es la película que debería estar sobre todos y cada uno de nuestros estantes en el salón, dentro de cada uno de los PC’s de nuestras casas, para que en el momento en que ese demiurgo que juega al escondite en nuestra cabeza, susurrando mientras dormimos, superior, superior, superior, le pusiésemos alguna de las escenas de la misma, por ejemplo la escena del principio tan súmamente tierna, en la que mediante triquiñuelas dignas del mejor mago consigue enamorar nuestro protagonista a la que será su mujer, o cada una de las escenas en las que el padre en vez de venirse abajo, sigue alimentando el horno de la imaginación de su niño, no con cuerpos, como en la película se dice, sino con magia, con dulzura, con amor, que es la llave que abre todas las puertas, rompe todos los sellos y nos hace crecer y evolucionar, porque nos hace compartir, sentir y comprender que La vida es bella.
Háganme todos un favor, vean esta película si aún no lo han hecho y si ya la han visto vuélvanla a ver y como yo, se darán cuenta que aún hay tiempo para la esperanza.
Un abrazo aún lloroso para a todos y ¡que se de bien!
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