domingo, 30 de marzo de 2008

Disney, en misa y repicando.

Los Simpson es una serie que me encanta. Prácticamente cualquier situación o conversación que tenga me podría remitir a un episodio o a alguna broma de esta familia amarilla de cuatro dedos. En uno de los episodios de la sexta temporada, titulado Alrededor de Springfield, Lisa pierde a su amigo y mentor musical Murphy “encías sangrantes”, músico de jazz. Después de conseguir que un disco suyo se escuche en una modesta emisora, habla con el músico en una secuencia que recuerda descaradamente a la película El Rey León de Disney. De hecho, para seguir la broma, en la nube con la forma de encías sangrantes aparecen después el propio Muphasa (padre se Simba, protagonista del largometraje Disney), y luego Darth Vader y un locutor de la NBC. Muphasa dice la frase “Debes vengar mi muerte, Kimba, digo… Simba”. No entendía muy bien la broma. Tal vez una especie de intento de no hacer muy descarada la copia, como diciendo “ey, no podemos plagiar la peli tan descaradamente”.


El gag del episodio de los Simpson. Es el doblaje latino.


Encontré la respuesta a esta pregunta hace poco, al leer Copia este libro, de David Bravo. Resulta que El Rey León está fuertemente inspirada (ejem) en una serie de animación japonesa de los años sesenta llamada The Jungle Emperor (El emperador de la jungla), aunque también se la conoce como Kimba the White Lion (Kimba el león blanco), creada por Osamu Tezuka. Como vemos, los de Disney no se quebraron mucho los cascos para bautizar al leoncito de su película. Pero no vayáis a pensar que es un plagio, que el nombre del protagonista es distinto, y además, Simba no es un león blanco.





Dos vídeos que muestran comparativas entre el largometraje de Disney y la obra de Tezuka.


Osamu Tezuka es considerado el padre del manga. Curiosamente, el estilo tan característico de estos dibujos (en comics o series) se debe a la herencia Disney, ya que adoptó los ojos grandes y expresivos de Mickey and friends para darle vitalidad a sus personajes. Posteriormente, Disney se alimentó de los argumentos de la serie nipona para crear uno de sus largometrajes. Cuestiones de plagio aparte, lo cierto es que la cultura no nace de la nada. Lo que hace cualquier autor está en función de sus influencias. En el fondo, El Quijote es una enorme parodia de las novelas de caballería. Como curiosidad, en aquella época no se concebían los derechos de autor como se hacen ahora, y así se pudieron editar impunemente el Qujote de Avellaneda, o las aventuras de la hija de La Celestina.

Volviendo al tema del post, lo sangrante del asunto es la actitud de Disney, que por un lado coge sin pedir permiso, y por el otro pretende ser intocable. Multitud de sus largometrajes adaptan obras previas, ya sean cuentos populares (Blancanieves y Cenicienta, son buenos ejemplos, ya que aunque las ediciones más conocidas son de los hermanos Grimm y Charles Perrault respectivamente, éstas hunden sus raíces en historias de origen indeterminado), u obras con copyright (es el caso de El Rey León). Ignoro si Disney recurre a obras que han pasado a ser de dominio público para poder realizar sus edulcoradas versiones sin pagar derechos de autor, si los pagaban religiosamente cuando correspondían o si han eludido hacerlo en alguna ocasión (en el caso de Alicia en el país de las maravillas, cuento original de Lewis Carroll, aunque el autor había fallecido, no estoy seguro si por la legislación entonces vigente la obra había pasado al dominio público, y no he encontrado referencias a este aspecto). El caso de El Rey León es el primero que conozco que pueda ser acusado de plagio. Bien, como digo, por un lado vemos poco contenido orginial y muchas adaptaciones, con o sin permiso. Eso en principio no tiene por qué ser malo. El hecho de adaptar una obra literaria al cine no deja de tener su mérito, y en el caso de los dibujos, la calidad de las producciones Disney (en cuanto a su factura) no suelen ser discutidas.

En cambio, cuando se trata de usar algo perteneciente al universo Disney, la cosa cambia. En Estados Unidos, donde el copyright es una mercancía más con la que comerciar, las autoría a veces deja de ser relevante y cede ante la titularidad de los derechos. Así, Mickey Mouse, creado por Walt Disney, se resiste a entrar en el reino del dominio público, ya que las leyes del copyright han ido aumentando la duración de los derechos una vez fallecido el autor. Vamos, que la corporación Disney le está retrasando repetidamente la jubilación al simpático ratoncito a fin de poder seguir exprimiéndolo, a él y a sus compañeros. Y vaya si lo hacen: en 1991, unas madres neozelandesas tuvieron que retirar las imágenes de Pluto y del pato Donald que pintaron en el patio de un colegio. Violaban el copyright de la fábrica de sueños. En cuanto a las creaciones adaptadas de obras de dominio público, no me arriesgaría. Quién sabe si Disney puede pensar que la adaptación que hagas de esos cuentos se parece demasiado a su versión y pueda atacarte por ese flanco.

La industria cultural es así: nos invaden de productos y referencias, traspasando los límites del espacio privado para colonizar el espacio público, pero no nos dejan usar estos productos libremente, sino consumirlos de acuerdo a sus condiciones.

mighty_eldarion@hotmail.com (comentarios, sugerencias, preguntas, dudas e insultos en general).

Los vídeos aquí reproducidos no entran bajo la licencia Creative Commons

miércoles, 26 de marzo de 2008

Puntualización al artículo del Canon Digital

Hola a todos, lectores:

El pasado 7 de marzo publicaba una entrada comentando el nuevo canon digital. Sí, es esa que hay un poco más abajo, debajo de la anterior a ésta. El análisis completo estaba en un artículo que os podéis descargar usando los enlaces de los menús que hay a la derecha.

Pues bien, después de revisar la nueva Ley de Propiedad Intelectual, he comprobado que aunque se ha restringido el concepto de copia privada (excluyendo las redes P2P, por ejemplo), en ningún caso se dice que deba realizarse a partir de un original. La fuente en la que me basé estaba equivocada. Esto es coherente ya que la copia a partir de un original es la copia de seguridad, prevista para el caso de que se pierda un programa informático (no tener que comprar dos originales). La copia privada es un concepto distinto que se basa en el principio de acceso a la cultura, y es la que origina el canon.

Esto añade otra inconsistencia a los argumentos de las discográficas y entidades de gestión. El canon se origina a partir de un derecho legítimo del ciudadano, pero en cambio, se presenta como una especie de multa por adelantado, una compensación por los supuestos abusos que los usuarios cometerán.

A los que aún no hayáis descargado el artículo, os animo a que lo hagáis y lo paséis a vuestros contactos, así como a dejar vuestros comentarios.

Saludos y hasta la próxima.

mighty_eldarion@hotmail.com (comentarios, dudas, sugerencias, quejas e insultos en general)

domingo, 16 de marzo de 2008

Me estoy quitando…

Bueno, en realidad yo por no quitarme, no me quito ni de en medio, pero teniendo en cuenta el programita que traemos hoy al blog, bien valía recordar la frasecita de los Tabletom (aunque la mayoría conozcamos mejor la versión de Extremoduro).

Salvo la temporada de verano, Un día en la vida es un programa que se graba fuera de horas de emisión (fines de semana normalmente) y se emite el siguiente jueves hábil. Y el jueves que se emitió el programa del autor William Borroughs era, casualmente, 14 de febrero. Así que aunque lo que traíamos no era precisamente muy romántico, pues había que mencionar tan insigne día que tanto me gusta.

Para tan señalada fecha hemos traído un autor norteamericano, William Borroughs, al que ya tratamos en el verano de 2006 con motivo de un monográfico que tuvimos acerca de las diferentes aproximaciones literarias sobre la droga. Era la primera vez que empleábamos esa fórmula temática y aunque el programa no salió mal, la sección Vida y milagros resultó desproporcionada. Como ese programa no se grabó (no porque fuese en directo, sino que simplemente no grabamos esa emisión), pensamos que no estaría mal recuperar a Borroughs, esta vez en solitario, y comentar su novela debut: Yonki.

De William Borroughs (1914-1997) se pueden decir muchas cosas. Este autor norteamericano formó parte del grupo inicial de la Generación Beat, el grupo de intelectuales que revitalizó la escena bohemia. La energía de este grupo se contagió a los movimientos juveniles y la clase media a finales de los años 50 y principios de los 60 del siglo XX. Sirvió de base para posteriores movimientos sociales (liberación de la mujer y de los negros, revolución sexual), aunque la corriente acabó masificándose debido al cine y la televisión, y se desvirtuó su esencia. Recordad ese episodio de los Simpson donde Ned Flanders recuerda a sus padres, “esos beatniks”.

Borroughs, no obstante, trascendió ese movimiento y continuó escribiendo. Su literatura avanza en el camino de la experimentación formal, intentando desembarazarse de ese virus que considera el lenguaje y las normas gramaticales. Por eso, Borroughs no es un autor fácil de entender, y algunas de sus obras como La máquina blanda exigen un gran esfuerzo por parte del lector. Al final de su carrera, logró un equilibrio entre la accesibilidad de la obra y la experimentación. En el programa, en cambio, nos ocupamos de su primera novela, que tenía un estilo convencional. Yonki narra la historia en primera persona de un adicto a la heroína en una época en la que hablar de la droga sin condenarla inmediatamente suponía ir a la cárcel. La osadez del libro, de gran carga autobiográfica, junto con las audaces afirmaciones acerca de las diferentes sustancias (por entonces la heroína era la adicción en alza, y el protagonista, aunque consume cocaína o marihuana, las considera drogas de segunda clase) le confieren a Yonki un alto valor literario e ideológico. De hecho, Yonki fue publicado casi de incógnito y tuvieron que expurgarse algunos párrafos, además de añadir un prólogo intentando explicar cómo un joven de clase media acaba convertido en un adicto. Posteriormente, se publicó la edición completa, que presentamos aquí. Ah, y como curiosidad, en la edición inglesa, el protagonista cuando habla de droga usa la palabra junk, para designar sustancias estupefacientes que se inyectan, como la heroína. De ahí el término junkie para hablar del adicto, que da título a la novela, y que equivale al castellano yonki.

Lejos de estereotipos, el relato de Borroughs es crudo y no criminaliza a los adictos, pero tampoco los redime. El mejor resumen de qué significa ser drogadicto lo encontramos en la última frase del prólogo, que dice que la droga es una manera de vivir.

Además del Vida y milagros, tuvimos uno de los informativos de los más divertidos que recuerdo. David nos trae noticias frescas, curiosas e impactantes. Con un estilo ágil y una gran química en antena, la sección pasó con nota.

Por último, en el Érase que se era decidimos tomarnos un respiro y escuchar el soneto Poderoso caballero es Don Dinero, de Francisco de Quevedo, magníficamente interpretado y ambientado. Al fin y al cabo, teníamos que rendirle tributo a los promotores del día de San Valentín: los centros comerciales y las grandes marcas.

En resumen, el programa que os traemos hoy es uno de los que mejor nos ha quedado últimamente. Los mandos técnicos no me jugaron ninguna broma como a veces hacen. Se nota una mayor compenetración en algunos de los momentos, como en la sección de noticias, y en general está bien preparado. Se nos nota frescos y con ganas de divertirnos. ¿Nos estaremos volviendo graciosillos? Bueno, que seamos un programa de cultura no significa que tengamos que estar todo el rato serios. Eso sí, en vista del contenido, nos hemos lucido con las fechas: en la radio el día de San Valentín, y en el blog el Domingo de Ramos. Si es que soy de un oportuno…

mighty_eldarion@hotmail.com (comentarios, dudas, sugerencias, críticas e insultos en general)

Yonki

  • Título original: Junky, © 1953 Ace Books. Apareció expurgada y bajo el pseudónimo de Bill Lee.
  • Autor: William Borroughs.
  • Edición completa © 1977.
  • Edición comentada: Compactos Anagrama, 1997. Quinta edición, 2004. traducción de la edición de 1997 con el prólogo de la de 1953 y una intro de Allen Ginsberg.
  • 220 págs aprox. 6,50€

viernes, 7 de marzo de 2008

El canon digital y la ley que lo trajo

Ha sido un tema polémico y lo sigue siendo, aunque al final nos lo han colao. Pero aún hoy la lucha sigue, y la plataforma Todoscontraelcanon no se rinde. Ha servido para que los políticos se hicieran la foto en precampaña, aunque el motivo fuese contradecir al gobierno y no porque representase sus ideas.

La nueva Ley 26/2006 sobre la Propiedad Intelectual ha desperdiciado la oportunidad de adaptarse al uso de las nuevas tecnologías, en el cambio que suponen en los modelos económicos y sociales, y se ha dedicado a parchear todas las vías de una posible copia privada. Quiero dejar bien claro que esta nueva ley no me parece adecuada. Cuanto menos, podría haberse mejorado. Por tanto, estoy en desacuerdo con el gobierno. Sin embargo, esta ley se aprobó con el apoyo del PP y de IU, por mucho que ahora pongan el grito en el cielo a causa del canon.

El canon digital es el resultado de aplicar esta compensación por copia privada. Si bien es perfectamente lógico que los autores obtengan una pequeña compensación por estas copias, la ley ha dejado vacíos legales y contradicciones, y la aplicación del canon no sigue un sistema racional o lógico. El canon tiene muchos puntos oscuros, a destacar:

  • Se aplica a soportes de almacenamiento, a dispositivos de copia… y a casi todo. Esto provoca que para hacer una copia paguemos varias veces el canon.
  • No se aplica sobre la obra, sino sobre soportes y dispositivos que pueden realizar y almacenar copias. Por tanto, a veces se paga el canon por realizar copias que no son objeto de esa compensación. Además, el posterior reparto de la recaudación también puede ser cuestinable.
  • Se ha legitimado la copia privada, aunque de forma restrictiva. Sin embargo, no se ha hecho nada por modificar o eliminar los sistemas anticopia. Así, para copiar un DVD, cosa que la ley nos permite, debemos violar un sistema anticopia, cosa que la ley no nos deja. También persisten las amenazantes campañas del Ministerio de Cultura advirtiéndonos de que la piratería es ilegal.
  • El planteamiento de unos centimillos por si acaso suponen en realidad cifras millonarias. A los consumidores nos puede afectar más o menos, pero a empresas y oficinas la broma les sale cara. Los fabricantes españoles han perdido competitividad y la economía se ha resentido.
  • Un impuesto establecido por el gobierno va a parar a manos privadas. Son ocho las gestoras de derechos de autores, editores, etc. De esas ocho sobresale una, de cuyo nombre no quiero acordarme, que se ha llevado el grueso de las críticas y ataques. Para recibir un derecho legítimo los autores deben pertenecer a un club. Además, pone en entredicho algunas normas de libre competencia.

Todo esto lo cuento con más detalle en un sesudo artículo que os podéis descargar. Para descargarlo por la página de megaupload, pincha aquí. Si por el contrario os gusta más sendspace, el enlace es éste. Recordad que en sendspace el enlace puede caducar. El artículo está en PDF y bajo licencia Creative Commons idéntica a la del blog. Os animo a que lo difundáis por todos los medios que creais conventientes (blogs, e-mail, eMule…).

Gracias y esta vez sí que espero vuestros comentarios.

mighty_eldarion@hotmail.com (comentarios, dudas, quejas, sugerencias e insultos en general)

NOTA: He dejado una entrada más reciente para hacer una puntualización sobre el artículo escrito. Cuando subsane el error en el propio PDF eliminaré la misma. Gracias

miércoles, 5 de marzo de 2008

Licencia Creative Commons

Hola a todos:

¿Cuánto tiempo, verdad? Desde que dejamos de grabar UDELV de forma más o menos regular, los programas se agotaron y no me puse mucho con el blog. Sin embargo, volvemos a la carga con nuevos contenidos. El pasado 14 de febrero (sí, en San Valentín) se emitió un programa de Un Día En La Vida dedicado al autor William Borrougs y su novela Yonki. No hay nada como el relato de un heroinómano para amenizar el “día del amor”.

Hasta que esté disponible aquí, os anuncio que el blog ha quedado registrado bajo licencia Creative Commons, como podréis ver en el menú lateral. Era cuestión de tiempo que el blog se uniese a este proyecto. Como podéis ver en la licencia y si pincháis en la imagen, podéis distribuir libremente el contenido de la página (con esto me refiero al texto de las entradas fundamentalmente) siempre y cuando respetéis estas condiciones:

Tenéis que mencionar quién es el autor del contenido. No podéis haceros pasar por los autores de los textos.

  • No podéis hacer uso comercial del contenido. Nada de intentar cobrar por lo que hay aquí. Si no saco pasta yo, que soy el que me lo curro, mucho menos vosotros.
  • Sin obra derivada. Si queréis poner el contenido de esta página en algún otro sitio, perfecto, pero sin alterarlo. Sí, soy así de chulo. Pero pensad que en una página con tantos textos, si los cambiais podéis alterar el sentido de algunas cosas.

La licencia cubre el blog salvo los casos en los que se indique lo contrario. Dentro de poco incluiré una licencia igual en las novelas de Vade Retro! En cuanto a los programas de radio, estudiaré el caso, ya que al emitirse en radio podemos hacer uso de determinados contenidos.

Nada más. Dentro de un par de días tendréis un sesudo artículo sobre el canon digital, y en seguida me pondré con el programa de UDELV que tenemos pendiente.

Hasta entonces, no dejéis de leer.

mighty_eldarion@hotmail.com (comentarios, broncas, sugerencias e insultos en general)